Rosario por las Almas del Purgatorio (Breve)

El Rosario por las Almas del purgatorio, es una oración especial, estructurada en decenas que se componen del rezo del «Padre Nuestro», seguido de diez «Ave Marías» y un «Gloria».

La intención primordial es pedir por el eterno descanso de las almas que están en el Purgatorio, esperando ser purificadas para entrar al cielo. A través de este rosario, los fieles buscan aliviar sus penas y acelerar su camino hacia la presencia de Dios.

Además de las oraciones tradicionales, se incorporan súplicas específicas pidiendo misericordia y luz para estas almas.

¿Cuándo se hace?
Se realiza especialmente durante el mes de noviembre, dedicado a las almas del Purgatorio, aunque puede rezarse en cualquier momento, sobre todo cuando se siente el llamado a interceder por aquellos que han partido.

Oración

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre Nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan nuestro de cada día;
perdona nuestras ofensas,
así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos de mal. Amén.

Ave María llena de gracia,
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
(repetir 10 veces)

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Oh, dulce Jesús, que por tu infinita misericordia y amor, derramas bendiciones sobre el mundo, mira a las almas del Purgatorio, esperando con anhelo el día en que puedan encontrarse contigo en el Paraíso. Te pedimos que, por intercesión de la Virgen María, puedas aliviar sus sufrimientos y acelerar su paso hacia la luz eterna.

Finalizamos con la Salve, oración en honor a nuestra Virgen María, intercesora perpetua ante Dios:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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